domingo, 24 de enero de 2010

La gripe de Gaia


Hacía tiempo que Gaia no se las había visto, con fiebres altas, vómitos, diarreas y aquella insufrible mucosidad. José sin embargo no tenía problemas con el diagnostico: era una simple gripe. No revestía mayor gravedad y aunque muy molesta, era algo normal.
Gaia sin embargo veía la cuestión de otra manera. La vida estaba resultando mucho mas asquerosa de lo que había previsto en un principio. Debía enfrentarse al hecho de que, lo que a simple vista parecían pies, manos y cara -además de los órganos internos que permanecían escondidos para no resultar desagradables- eran en realidad una cohorte infinita de bichejos a los que José llamaba células, aunque muy bien organizados, eso sí. Pero después de haber pasado unos cuantos días sumida en un desbarajuste total de mucosas y líquidos pestilentes, la bonita metáfora de José "nosotros somos lo invisible, nosotros somos el Acuerdo" se venía abajo por momentos, porque a ver, quien dirigía aquellos desatinos de descomposición. Quién puñetas estaba al mando, porque estaba muy claro que desde luego no era ella. Así que apenas se hubo recuperado, preguntó a José por la causa de todos sus males.
José se armó de paciencia, Gaia no era de las que se contentan con cualquier respuesta. Vale, si, la gripe ¿y eso que és?. ¿Un virus?. ¡Ah, si! Muchísimo mas pequeño que una célula, se le mete dentro y la vuelve loca. Suspiro. ¿Donde habrá estudiado medicina este hombre?. ¿Y las diarreas?. La flora o la fauna bacteriana intestinal que se desajusta. ¿Como? ¿y estos de donde salen?.
José se esforzaba en realizar un esbozo del complejo sistema biológico que era un ser humano en palabras que Gaia pudiera entender. Sin embargo parecía que a ella le resultaba mas difícil aceptarlo que entenderlo. Así que pasó a la estadísticas, resulta que el número de bacterias (bichos de fuera según Gaia) multiplica por diez el número de nuestras propias células y eso en litros supone... ¡vale, los detalles escabrosos otro día que esté con mejor cuerpo! ¡Así que estamos en inferioridad numérica! Bien, eso explica todo lo que ha pasado. Pero lo que no explica es porqué todo funcionaba bien hasta hacía pocos días y por qué, y según José, todo está volviendo a la normalidad.
Después de varios intentos parece que a Gaia le habían quedado algunas cosas claras: El conjunto de células del cuerpo humano se han organizado formando un gran Acuerdo. Hay gente que lo llama alma o espíritu, pero no está muy claro que ese Acuerdo pueda sobrevivir sin los seres vivos que lo forman, así que un poco de instinto de supervivencia resulta conveniente. También hemos de convivir con una innumerable cantidad de microorganismos que viven en simbiosis con el nuestro. A Gaia esta palabra le había gustado mucho, sobre todo porque se parecía a llevarse bien y no dar dolor de tripa. De todas formas, parece ser que todo depende de una delicada palabra: el equilibrio.

sábado, 23 de enero de 2010

La pesadilla


Primero se hizo un silencio inapelable y profundo. Un presagio oscuro y sin nombre. Los perros se movían inquietos y su mirada se tornó demente. Pero nadie se dio cuenta.
Se anunciaba así la conmoción. Llegaba como un trueno largo, grave y gutural, golpeando fuerte en el tambor de la muerte y la locura. Después se hundió todo y saltaron los añicos, de África lejos de África.
A Gaia le golpeaba el corazón de un lado a otro. Sintió primero un dolor sordo, como si a la Tierra se le hubiera roto un hueso, y después, la cuchillada del mas pavoroso de los gritos, el de un niño aterrado y dolorido. Se multiplicaron después los gritos apagados. Escollos y escombros guardando en una jaula enterrada, una letanía de quejas. Gaia sentía la asfixia y como la muerte apagaba el dolor de la almas que se diluían de nuevo en el Todo.
El otro dolor, el que se siente cuando aquello de lo que formas parte, sufre o es destruido, se le revolvía y le impelía a buscar el consuelo para otros. En medio de la confusión empezó a abrirse paso un nuevo hálito. Las columnas de ayuda empezaron a fluir como un bálsamo y la angustia parecía remitir, con la llegada de gentes de todo color, decididas a luchar contra el dolor ajeno.
Pero sintió un murmullo que volvía a crecer como una sombra. Esta vez le pareció que hablaban de ella. No había duda. Quienes eludían el mandato del otro dolor, inmunes a él y tantas veces motivo de su causa, conspiraban en su contra para acusarla, sintió miedo y se lanzó contra la oscuridad.
Entonces Gaia se despertó agitada y al abrir los ojos encontró a Ana sentada junto a su cama. Se abrazaron mientras Gaia, entre sollozos, intentaba relatar su pesadilla.

jueves, 14 de enero de 2010

El alma y la metáfora


Gaia preguntó por la naturaleza metafórica del alma.
Comenzó con la suma de una manzana a la que añadió otra manzana.
Fue un alimento sencillo, fácil de entender.
Después hizo lo mismo con dos catedrales
y buscó el alimento en algún lugar de aquella unión.
Pero solo encontró un número para colmar su apetencia.

Cuando descubrió la metáfora
decidió iniciarse en el estudio de las matemáticas.

Comentario de Camino a Gaia en la entrada "El libro de otro mundo" de las mujeres solubles.

martes, 12 de enero de 2010

El Secreto

- Crees José, que alguien se dará cuenta.
- ¿Como iban ha hacerlo?
- No sé, quizás mientras leen nuestros nombres, mientras estamos aquí sentados frente al mar, mientras indagan en nuestras conversaciones. Puede que mientras nos describen las palabras y habitamos los textos.
-¿Qué es lo que te preocupa, Ana?
-¿Crees que podrían descubrir nuestro secreto?
- ¡Ojala lo hagan!, Ana. Ojalá lo hagan a tiempo.

domingo, 3 de enero de 2010

El legado de Ana


-Llevo aquí mucho tiempo José, el suficiente para saber que hay transgresiones de la realidad que consiguen cambiarla. Los recuerdos de Almería, las canciones en la plaza de San Pedro, el horno que colmaba mi vocación alfarera o los besos junto al mar. Todo son metáforas de lo que no es silencio, de lo que es simplemente huella, porque aún perdura. La mayor parte de lo que somos está fuera de nosotros, forma parte de los demás. Todo está conectado, la belleza que creamos fuera de nosotros, crece dentro de nosotros, nos cambia. Esa es la naturaleza de lo hermoso, eso es lo hermoso de la Naturaleza. Un ser humano puede transmutar en algo tan sutil como la inspiración para escribir un poema o quizá la entrada de un blog.
La realidad está hecha de una sustancia equívoca. A veces, el recuerdo se adelgaza tanto que se confunde con el olvido, pero el dolor lo perfila todo. Lamento que tuvieras que enterarte por los periódicos, lamento el dolor causado a todos los que me quieren bien. Pero llega un tiempo de grandes metamorfosis, en nuestras manos está elegir aquello que ha de sobrevivirnos. La mota de mi alma que perdura en ti, José, ha elegido acompañarte y valerse de tus pies para seguir en el camino. Solo si tú me lo permites. Por eso he traído conmigo a Gaia, para que en ella crezca y se diluya lo mejor de lo que fuimos, lo mejor de lo que aún somos.

José había llevado largamente el peso de una sombra: la impotencia de no haber podido hacer nada, el extraño dolor de conocer a destiempo las noticias y el oculto rencor contra todo lo que se había revelado insensible y cómplice. Las palabras de Ana dibujaban ahora el futuro bajo el signo de un nuevo horizonte: la educación de Gaia y el recorrido por lo ignorado a través de sus preguntas.

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